Todas las familias queremos que nuestros hijos e hijas se conviertan el día de mañana en adultos válidos e independientes, pero a menudo nos cuesta darles espacio, soltar cuerda es algo que nos aterra. ¿Cómo podemos fomentar en ellos la autonomía y ayudarles a conseguir las habilidades necesarias para realizar por sí mismos las tareas propias de su edad sin correr riesgos?
Este tema lo tratamos a menudo en mi web Viviendo Montessori donde hablo además, sobre crianza positiva y método Montessori. Mi nombre es Almudena Palacios, maestra de primaria, antropóloga y madre de Carlota, una niña de 5 años.
Según María Montessori las características Universales de la Infancia son:
- Todos los niños pasan por diversas etapas de desarrollo.
- Todos los niños tienen una mente absorbente.
- Todos los niños pasan por periodos sensibles.
- Todos los niños quieren aprender.
- Todos los niños aprenden por medio del juego.
- Todos los niños quieren ser independientes.
Normalmente a los padres nos suele resultar más cómodo y rápido hacer las cosas nosotros mismos en vez de dejarles a nuestros hijos. Así vamos mucho más deprisa y nos libramos de berrinches, problemas o discusiones. No les dejamos que hagan determinadas actividades que son perfectamente capaces de hacer sin nuestra ayuda.
Les abrochamos las chaquetas, les vestimos, les aseamos, les damos de comer o les solucionamos las actividades de las tareas, aun sabiendo que ellos solos son capaces de resolver esas situaciones. Les ayudamos de forma excesiva y totalmente innecesaria, obstaculizando y dificultándoles que ganen seguridad y confianza en ellos mismos, haciéndoles ver que son personas dependientes.
Educar es ayudar y acompañar a los niños a que sean personas independientes, autónomos, adquieran las habilidades necesarias para que puedan valerse por sí mismos y sean capaces de desenvolverse en el mundo. Por ello, hay que hacerles ver desde pequeños que ellos solos son capaces de hacer las cosas sin la ayuda de un adulto. Así, mientras los progenitores delegan progresivamente ciertas tareas en los niños, estos fortalecen su autoestima y su confianza y se preparan para la vida.
Para ello es importante adaptar el hogar a sus necesidades y presentarles materiales acordes a su nivel evolutivo. Podemos ejercer esta forma de educación desde el nacimiento, si estamos ante niños/as menores de 2 años debemos centrarnos en que descubran diferentes texturas, durezas, temperaturas, sonidos…
Para estimular el tacto se pueden usar telas de más suaves a más rugosas o pelotas de lana entre otras actividades.
Para fomentar la audición se les puede proporcionar sonajeros de materiales nobles como madera o plata, ponerles música de fondo mientras juegan o como juego en sí.
Gracias a este método hacemos partícipes a los más pequeños de las tareas cotidianas del hogar. A menudo, nos da miedo que manipulen determinados utensilios por temor a que corran algún riesgo o acaben heridos, principalmente ocurre con los útiles de cocina o bricolaje
A medida que van creciendo debemos enseñarles nuevas actividades que fomenten su autonomía.
En torno a los dos años ya pueden ayudar en más tareas como por ejemplo en la cocina. Si son capaces de cortar plastilina, pueden cortar verduras, también pueden colaborar a la hora de lavar y secar platos. A esa edad también pueden vestirse solos, equipándose de ropa sin botones o zapatos con velcro.
Si quieres descubrir más ideas sobre actividades acordes a su edad puedes escuchar el capítulo de mi podcast “Podcast 119 | Ejemplos de actividades que pueden realizar los niños”.
Desde el nacimiento podemos adaptar el entorno, proponiéndole un tipo de mobiliario adecuado y así fomentar la autonomía e independencia, haciendo que se fortalezca su autoestima y autoconfianza.
En la entrada.
Poner una percha a su altura para que deje o coja el abrigo y la mochila al entrar o salir de casa. Repetir este proceso cada día hará que se convierta en rutina y el quitarse o ponerse las chaquetas no supondrán un problema. Lo mismo con los zapatos.
En el salón.
Aquí se supone que es donde va a pasar más tiempo si el niño/a es pequeño, por ello debemos incorporar una mesa y silla para realizar actividades, un sillón o puf para que esté cómodo/a y un rincón de lectura, podemos poner un mueble con estanterías a su altura o simplemente si ya contamos con uno dejarle la parte inferior para sus pertenencias.
Debemos ir cambiando los juguetes y actividades para que desarrolle nuevas capacidades y no se estanque en hacer lo mismo siempre. María Montessori defendía que jugar y aprender no tiene diferencias y deben ir de la mano.
No es necesario invertir una gran cantidad de dinero en materiales, al contrario, con las cosas que tenemos por casa podemos hacer material y además podemos involucrar al niño en la creación de ese nuevo material.
En la cocina.
Para implicarlos en las tareas domésticas se puede facilitar una torre de aprendizaje, en la se suban y estén a la altura de la encimera o mesa.
En el baño.
Si contamos con bidé podemos transformarlo en un lavabo para ellos, colocando una toalla para secarse las manos y/o un espejo justo encima.
Si no hay bidé con la torre de aprendizaje o con un escalón podrá llevar al lavabo como los adultos.
En el dormitorio.
Aquí se encontrarán la mayoría de sus juguetes y pertenencias, por ello es necesario que estén a su alcance. Debería contar con un armario en el que colgar la ropa a su altura, estanterías y cajones para guardar sus libros y juguetes de manera accesible, un espejo en el que pueda verse reflejado/a y un colchón en el descansar con fácil acceso. También se puede incluir otra mesa con sillas para hacer actividades.
Con estas pequeñas modificaciones en la vivienda nuestro hijo/a se sentirá incluido y verá que puede hacer las mismas cosas que los adultos. Los padres somos el reflejo directo para nuestros hijos, por tanto, imitarán nuestra conducta.
Cada material o actividad que le propongamos tiene una función en el niño, cumple un propósito interno para desarrollar el aprendizaje y está diseñado para captar la concentración.
Es muy importante la presentación que le hagamos al niño del material, en el método Montessori no se puede utilizar ningún material si previamente no lo hemos presentado y explicado cuál es su funcionamiento y objetivo.
Para fomentar su independencia debemos explicarle las actividades y dejar que las practiquen tantas veces como sea necesario. Ten en cuenta que repitiendo es como aprenden. Permítele que descubra y se acostumbre a los materiales, no necesita una voz adulta que le diga constantemente que debe y que no debe hacer.
Hay que respetar y apoyar la independencia de nuestros hijos. Completar con éxito nuevas tareas de forma autónoma e independiente les motiva a querer seguir aprendiendo habilidades, probar y superar nuevos retos.
Esta motivación la debemos aprovechar los padres para fomentar su autonomía, siempre dentro de unos límites para no poner en riesgo su seguridad e integridad.
Existirán ocasiones en las que no se les pueda permitir que hagan lo que quieren, pero con una buena comunicación y explicando nuestras razones, podremos redirigir la situación y ofrecerle otras alternativas que les resulten interesantes, permitiéndoles elegir entre varias opciones. Tomar sus decisiones propias le aportará seguridad y confianza en sí mismos.
Por ejemplo, si está saltando en el sofá en vez de reñirle o imponerle una orden tipo “No saltes es en el sofá”. Podemos explicarle que el sofá es para estar sentado porque si no se puede romper y toda la familia se quedaría sin sofá. Además, podemos proponerle una o varias actividades alternativas que desvíen su atención y deje de querer saltar en el sofá.
Este ejemplo, es válido para otras situaciones, gracias a esto también reducirás el número de rabietas y su intensidad, aquí tienes más tips para afrontar y prevenir las rabietas.
Por tanto, para aumentar la autonomía de nuestros hijos es importante la forma en la que los tratamos y los límites que le ponemos, debemos mantener un refuerzo positivo y crearles interés por el aprendizaje. Pero también son un factor clave para el desarrollo del niño los materiales y el mobiliario que usemos ya que les posibilitará ser partícipes en la mayoría de tareas.
Mantener una rutina y una lista de actividades hará que los más pequeños se sientan integrados y capaces de hacer cosas cotidianas por sí solos sin depender directamente de nadie.