Las bebidas energéticas tienen un alto contenido en cafeína y azúcares, y el consumo excesivo de estas puede tener consecuencias negativas en los niños. Estas consecuencias pueden incluir problemas de sueño, problemas de concentración, problemas de hiperactividad, ansiedad y presión arterial elevada. Además, el consumo excesivo de bebidas energéticas puede afectar el desarrollo óseo, ya que la cafeína interfiere con la absorción de calcio y la producción de vitamina D. Por esta razón, se recomienda que los niños no consuman estas bebidas.