Soy un padre mexicano y desde que mi hijo era un bebé siempre he tratado de enseñarle a trabajar y a valorar el trabajo. Esta vez le quise enseñar a lavar los trastes.
Desde un principio me di cuenta de la dificultad que tendría al hacerlo, pero sabía que era una tarea importante y que le serviría mucho a su desarrollo. Le expliqué a mi hijo que el lavar los trastes era una habilidad muy útil, que le serviría para aprender a hacerse responsable de sus tareas y que al hacerlo tendría un gran aprendizaje.
Entonces, le mostré cómo usar la esponja y el jabón para limpiar los platos. Inicialmente, intentó con una sola mano; pero le expliqué que necesitaba usar las dos para que la tarea fuera mejor y más eficiente. Una vez que entendió la técnica, no paró hasta terminar de limpiar todos los platos.
A medida que lavábamos los trastes, le fui dando consejos para que los hiciera mejor y más eficazmente; le recordaba que no debía usar demasiada fuerza para no dañar los platos, que tenía que usar el cepillo para limpiar los bordes, que los cuchillos se debían lavar con más cuidado, etc. Después de un rato, mi hijo se sorprendió de lo fácil que resultó.
Estaba orgulloso de él y me sentí muy contento de ver que había hecho un buen trabajo. Le expliqué que, aunque el lavar los trastes puede parecer una tarea aburrida, es una habilidad que le servirá mucho en la vida adulta. Le dije que el trabajo bien hecho es algo que se valora mucho en nuestra sociedad, por lo que siempre debería asegurarse de hacerlo de la mejor manera posible.
Finalmente, le expliqué que a veces puede ser una tarea difícil, pero siempre hay que tratar de hacerlo lo mejor posible. Le dije que el trabajo duro siempre trae recompensas, y eso le dará la motivación para seguir trabajando duro y aprendiendo.
Aunque es difícil para mi hijo, sé que es algo que le servirá mucho en el futuro, por lo que siempre estoy dispuesto a enseñarle. Estoy seguro de que con el tiempo se convertirá en un experto en lavar los trastes.